Parece mentira, pero la realidad es que queda muy poco para finalizar este 2016. Últimamente vamos tan deprisa y nos movemos tan rápido de un sitio a otro que en ocasiones no somos conscientes del paso del tiempo y mucho menos de sus bondades y defectos.
Pues bien, llega el momento de hacer el balance de este año que jamás se me olvidará por los logros y acontecimientos que han tenido lugar de manera especial en mi vida, pero sobre todo, recordaré el 2016 por su olor a Lisboa, a Birmingham, Londres, Liverpool, Madrid, Bilbao y muy en especial por el aroma de un nuevo y esperado hogar. Un año que me ha permitido trabajar como miembro de un gran equipo de personas a quien aprecio y admiro por su compromiso y concepto del compañerismo. ¡Gracias por la oportunidad!
Pero este 2016 también nos deja muchos hitos que no debemos olvidar ni dejar pasar por alto y es que hemos pasado del año 2015 autodenominado como “el año del cambio” al de los imprevistos.
Comenzamos por la sorpresa que todos nos llevamos en el mes de junio con la victoria contra todo pronóstico del Brexit, o lo que es lo mismo, la desconexión del Reino Unido de la Unión Europea con todos sus pros y sus muchas contras. Las viejas generaciones contra las nuevas. El sí contra el no. El presente contra el futuro. El egoísmo contra la solidaridad y la apertura de miras.
Meses después, en noviembre, y echando por tierra cualquier sondeo o encuesta electoral, el magnate Donald Trump resultó ganador de las elecciones norteamericanas más controvertidas y polémicas de los últimos tiempos frente a la demócrata Hillary Clinton. Tras ocho años de Barack Obama en el despacho oval, el multimillonario neoyorquino consiguió llevarse el triunfo hacia el bando republicano, a pesar de su actitud subida de tono y sus comentarios racistas, misóginos y radicales antes y durante la extensa campaña electoral.
Hace unas semanas, el que fuera el primer ministro italiano Matteo Renzi, por su parte, se vio en la obligación de dimitir tras su rotunda derrota en el referéndum para la reforma constitucional.
Es cierto, están ocurriendo acontecimientos hace años impensables. El mundo, la vida se mueve de manera vertiginosa y en ocasiones se deja en un rincón apartado los valores humanos por los que se ha peleado durante muchos años y que son la base de absolutamente todo.
El 2016 es sin lugar a dudas el año de las sorpresas e imprevistos, en muchos lugares del planeta, salvo en España, donde tras diez meses de parálisis con un Gobierno en funciones, el líder de los populares y rey del inmovilismo Mariano Rajoy ha vuelto a ser investido por segunda vez presidente del Ejecutivo español. Un gesto que ha ratificado lo que muchos ya sabíamos: que la derecha pase lo que pase, a pesar de los numerosos escándalos de corrupción, a pesar de los recortes y en definitiva a pesar de todo lo que ha ocurrido en los últimos cuatro años, se mantiene unida mientras que la llamada izquierda, como ocurre en Europa, continúa fragmentada y desorientada.
Por una parte se encuentra la vieja izquierda descabezada y buscando su norte, y por otro lado la nueva izquierda que se acerca cada vez más a los vicios y defectos de la vieja política a la que critican.
Todo esto con una permanente sensación de miedo provocada por los grupos terroristas de oriente medio como el ISIS y Al Qaeda que, un año más, continúan generando el pánico en el continente europeo como respuesta y venganza a los ataques sufridos en sus países de origen.
Niza, Múnich, Alepo, Estambul, Damasco, Ankara, Bruselas, Bagdad y recientemente Berlín son sólo algunos de los lugares que este año por desgracia han teñido sus calles con el color de la sangre y el luto.
Tragedias originadas premeditadamente por el ser humano que una vez más nos obligan a reflexionar sobre el tipo de planeta en el que vivimos y sobre qué tipo de futuro dejaremos en herencia a las próximas generaciones. ¿Es esta la clase de mundo que queremos?
Esperemos que el 2017 venga cargado de ilusión y esperanza para todos, pero en especial para las víctimas de las desigualdades sociales y para las millones de personas que siguen viéndose obligadas a abandonar sus países de origen por las malditas guerras. Esos a los que seguimos llamando de manera incorrecta refugiados, ya que un refugiado es una persona a quien se le ofrece refugio y no a quien se le levanta un gran muro físico o burocrático para que no atraviese las fronteras de otros países. De nuestros países.
Te imaginas un 2017 más justo, más solidario, con mayor empatía y compromiso. ¿Suena bien eh?
Por cierto, si estás escuchando o viendo esto es porque de una u otra manera formas parte de mi vida, así que millones de gracias por acompañarme durante estos 365 días. Eskerrik asko!
En el 2017, ¿seguimos compartiendo retos juntos?
Urte berri on! Happy New Year!