Campaña electoral 20N: Ciudadanos y Podemos | Alex Sevilla
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Campaña electoral 20N: Ciudadanos y Podemos

A estas horas déjame que te diga algo. Ya está, ya ha comenzado oficialmente la precampaña electoral, la competición por hacerse con el sillón parcheado y usado de la Moncloa. Ha comenzado oficialmente aunque realmente llevamos muchos meses con ella.

La décima legislatura de la democracia ha concluido esta semana con un colofón especial: la aprobación de unos presupuestos aceptados únicamente con el respaldo de una mayoría absoluta en manos del PP y con toda la oposición en bloque en contra. Unos presupuestos que nacen muertos, ya que si en las próximas elecciones el PP no resultara ganador serían modificados o incluso derogados en su totalidad para hacer unos diferentes al gusto de los nuevos inquilinos del palacio presidencial.

Pero todo sea por la foto de familia abrazando un taco de documentos que supuestamente aseguran una estabilidad para el País. Fotos surrealistas como las de las últimas semanas junto a obras monumentales sin terminar. Se necesita sacar pecho in extremis antes de acabar la legislatura junto con los nuevos tramos del AVE, carreteras y hasta una nueva oficina anticorrupción que no se ha puesto todavía en funcionamiento.

Es lo que toca, vender, vender y vender. De esta manera, los populares muy nerviosos ante lo que pueda pasar el 20 de diciembre repiten como si de un mantra se tratase que viene el lobo, que viene el lobo si no les votan. El lobo es Pedro Sánchez acompañado del lobezno Pablo Iglesias.

Otros vuelven a sacer a la palestra viejos temas como la derogación del Concordato con la Santa Sede y  la eliminación de la religión como asignatura obligatoria en los colegios, en todos, sean religiosos o no para modificar la constitución y que España pase a ser de un Estado aconfesional a uno laico. Insisto, nada nuevo en el discurso socialista que recuerda mucho a los años 80 con Felipe González.

Mientras tanto, los partidos emergentes: Ciudadanos y Podemos, Albert Rivera y Pablo Iglesias continúan luchando en la carrera por ocupar y asegurarse el tercer puesto del ranking en número de escaños que les permitiría convertirse en partido bisagra del próximo ejecutivo, tal y como les muestran las últimas encuestas. Un papel, el  bisagra, que hasta ahora ocupaban con mucho gusto los partidos nacionalistas e Izquierda Unida.

El caso es que si comparo estas elecciones con las anteriores, las del año 2011 no veo nada nuevo en el panorama electoral. Seguimos hablando de paro, corrupción, transparencia, reforma de las instituciones, iglesia, recuperación económica, desigualdad y pensiones.

¡Menuda lista! Parece mentira que hayan pasado cuatro años en los que la enorme y poderosa tijera de Rajoy empujada por la Troika ha campado a sus anchas rompiendo un nivel de bienestar social que me temo costará mucho recuperar. Parece mentira que en estos cuatro años, hayan estallado casos de corrupción como el de la Gürtel, los EREs de Andalucía, la Púnica y hasta el famoso 3% de Convergencia Democrática de Cataluña entre muchos otros. Pocos partidos se libran a día de hoy de estar salpicados por estas acusaciones.

Pero estamos en tiempo de vender una supuesta regeneración democrática que no va más allá de decidir si un debate político se hace en un glamuroso y caro plató de televisión o en una tasca de barrio con todos mis respetos y cariño hacia ellas. Un lugar que por cierto, últimamente frecuentan mucho nuestros políticos. A día de hoy, seguimos sin tener listas abiertas en las elecciones y la reforma de la ley electoral ni  siquiera se plantea.

El caso es que si cogiéramos una máquina del tiempo o el magnífico Delorean de Marty McFly para hacer un viaje al pasado nos encontraríamos con prácticamente todo igual. Más de lo mismo. Una pena, el no haber aprovechado el tiempo para haber realizado todos estos cambios y avances que se pretenden hacer ahora pero… eso sí, con aires supuestamente nuevos que incluyen el dejar de llevar corbata en los actos oficiales y de campaña. Todo esto, a pesar de que tras el fenómeno del 15M se esperaba un antes y un después. ¡Qué lástima haber desaprovechado esta ocasión!

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